Eran los mejores días que yo recuerdo. Un día antes, ves en los mapas lo que parece ser una borrasca que lleva olas con bastante tamaño que por fin azotaran nuestra costa. Surges de la silla con una sensación de euforia y energía, dirigido directo hacia el cuarto donde se encuentran las tablas debajo de montones de ropa desastrada. Empiezas a preparar las tablas, enroscas tapones de quillas, buscas cera (la encuentras en el mejor de los casos) mientras comentas las predicciones, spots y nuevas maniobras que intentar al día siguiente con el hermano. Por ultimo, pones la alarma, 6:30. Ves videos que motivan, escuchas música hasta altas horas de la noche con nervios y esperanza de que mañana sea bueno.
Suena la alarma y saltas de la cama como si las estuvieses esperando, no notas el sueño al tener el cuerpo lleno de adrenalina. Te acercas a la puerta y cuando la abres oyes ese ruido que tan familiar es, el ruido de un mar enfurecido. Enseguida sabes que olas hay, desayunamos lo que podemos mientras notamos cosquilleos en la barriga, la música de fondo te motiva mientras visualizas maniobras. antes de ir a ver las olas, ya que si las vemos antes, nos emocionaríamos tanto Desayunamos que nos olvidaríamos de tomar algo. Nos abrigamos y salimos de la puerta, impacta el silencio de afuera, hace frío, hay poca luz y el viento es fuerte. Pero para nosotros no existe mejor tiempo.
Suena el telefono.
Mensaje de Nacho, “Se marcan olas en el Remi, voy pa’ tu casa.”
Mientras lees y contestas, llegas al primer callejón que da al mar, ves como grandes paredes de agua rompen violentamente contra las rocas, aceleras el paso, casi corriendo llegamos al mirador, finalmente vemos lo que parece ser un baño perfecto, olas de metro pasadito y viento flojo de Noreste,
nadie en el agua.
Corres a casa, ves a Nacho que ya va adelantado y lleva una pata metida en el neopreno. Entras en casa donde el calor de el fuego de leña es agradecido. Te metes dentro del neopreno y peleas con los escarpines. Todo esto es en tiempo record, sabiendo que te pierdes una serie cada minuto. Ahora el calor es sofocante.
Pillas la tabla, un ultimo vistazo para ver que todo esta en orden, sales de casa rápido pero intentando no dañar la tabla y enseguida ese calor que llevabas desaparece y es remplazado por un fresquito que cosquillea. Te convences de que se ira a nada que te metas. Ahora los tres corremos con ansia, no hay tiempo que perder, miras alrededor y ríes al ver el careto de felicidad de los demás. Algún coche pasa y se asombra al ver a tres chavales con tablas dirigiéndose al mar con este frío. Sabes que poca gente nos comprende. Llegas al mirador, te encuentras con lo mismo de antes, esta vez con mas luz. Pones la tabla en el banco y te atas el invento. Bajas esas escaleras que tantas veces as bajado, y te tiras por el mismo trozo de roca, entras al agua y todo empieza.
Spot de roca con las mejores condiciones que he presenciado. Delante de mi casa. Gustoso.